Voy a dejar que mi dolor hable por mi, voy a dejar que el cuente lo que yo no puedo. Empezaré hablando desde el estómago, desde lo más profundo de mi ser. El dolor más intenso es el que vive dentro de ti, el que no puedes olvidar, el que no puedes soportar, el dolor se acumula en tu pecho cuando le ves con alguien más que no eres tú. Me duele que tu dolor me siga pesando en mi estómago, que en las noches de lluvia me haga llorar. Hoy hace un año de todo el desastre de mi habitación, pero sobrevivo a esta soledad. La lluvia sigue calando mis huesos incluso ahora cuando ya no estás y me duele, duele mucho que la lluvia se cuele en mis huesos rotos, aquellos que tu curabas con cada beso. Lo que no pude decirte, lo que se quedó a vivir conmigo permanece guardado todavía en mi corazón por si algún día quieres escuchar lo que nunca me atreví a decirte, y lo que te tenía que haber dicho para que no te fueras. Voy hablar desde el estómago, desde mis entrañas, desde tu ausencia vacía en mi corazón.
Podría contar todos los botones de mi camisa, pero no podría hacerlo como lo hacías tu al desabrocharmela. Sé que estás en otra piel pero no sé en que estación estás para bajarme de tu cuello, no sé en que aire te has quedado. Podría acariciar mi cuerpo, aunque no lo haga arder cómo lo hacías tu. Podría entender a mi silencio, a mis lagrimas y aún así no darles el cariño que se merecen porque les falta tu amor. Podría salir a mi balcón y no reír...
Perdóname mi amor, sé que vas a sufrir ahora que ya no sujeto tu mano al caminar. Perdóname por dejarte en la oscuridad, y apagar tu luz. Perdóname por no saber cómo decirte que te quiero de una forma que ni siquiera entiendo, que eras todo y más, y que a veces, me pierdo en una de esas sonrisas tuyas que son más grandes que el universo, y me veo ahí, en medio, sabiendo que todo gira a mi alrededor porque tú eras el centro y me atraías a ti con la gravedad de cien mil planetas tierras. Perdóname por no saberte decir que eres el no-retorno a los días de lluvia sin planes, mi paraguas y mis zapatos, la sí-vida incluso después de que el cielo se haya roto en mil pedazos avasallado por esos relámpagos que me dan tanto miedo. Perdóname por no decirte un te quiero antes de saltarme la frontera de tus labios en dirección a tu ombligo y de allí, ya sabes. Perdóname por mirarte a medias, igual que a medias miro al sol porque sería imposible mantenerte la mirada sin que me desvistieras el alma. Perdóname por atreverme a planear un vida contigo por la inercia de estar queriendo, queriéndote por encima del peligro de vivir esperando un momento. Perdóname por enésima vez por no querer dejarte ir antes de saber que volverías en el absurdo de intentar detener el tiempo. Por todo y por no gritar tu nombre asomada a una multitud que ignora tu significado en mí, por amarte al abrigo del silencio y por desgastar el asfalto que va de ti a mí. Perdóname por dejar que el silencio invadiera tu ser, y corazón. Perdóname por las promesas que no cumplí, perdóname por los desastres que viven en mi, perdóname por mi caos, perdóname por las lágrimas que provoqué en tus ojos, perdóname por el amor que no te di, perdóname por si crees que por tu culpa me marché. Perdóname por no llenarte las grietas de tu cuerpo de amor y dejar que ahora lo haga otra. Aquellas grietas que tanto te dolían y no podías soportar. Perdóname por tus heridas que no las pude hacer mias, perdóname por llegar tarde a tu cuerpo, por huir, y no enfrentarme al miedo de perderte. Perdóname por tirar tus sentimientos por el suelo, por los garabatos que he dejado marcados en mi libreta de poesía que ya no voy a dedicarte. Perdóname por no contarte mi verdad. Ahora tu ausencia y este silencio se burlan de mi, entre lágrimas te pido que me perdones por huir, por marcharme. La soledad me hace recordar todos los errores que cometí contigo, y el miedo que me daba enfrentarme a tu silencio... Perdóname por los huracanes que provoqué dentro de ti, por las llamas que no pude apagar, por el dolor. Perdóname por cada una de mis veces
Perdóname por la torpeza de no saber cómo decirte... te quiero.
Y me enamoré por primera vez del fuego, creí que no me quemaría pero me abrasó el aliento. Y le escribí tantas veces, y él me escuchó sin querer hacerlo. Es curioso cuando un pequeño párrafo, una diminuta frase o incluso una única palabra es capaz de definirte todo lo que quieres decir, todo lo que sientes en ese momento. Huele todavía a quemado, huele totalmente a él, y no es necesario decir ni hacer ni escribir nada más, porque todo queda dicho con todo él.
Malditos pensamientos, maldita cabeza, maldito corazón... Maldita poesía que habla sobre ti. Malditos recuerdos, maldita nostalgia, maldita tu forma de querer. Sigue crujiendo tu recuerdo en mi, es como esa viga de madera que pasado los años sigue haciendo el mismo ruido al pisarla, pues tu recuerdo es igual. Sigue crujiendo tu recuerdo en mi cabeza, parece que no va a parar. Sigue crujiendo tu ausencia en mi corazón... Deberías de sentirte privilegiado por que es por ti que escribo y no reprocharme nada, porque por ti descubrí una de mis pasiones. Deberías de dar las gracias por haber formado parte de mi vida, porque enamoraste a una poeta y ahora eres inmortal en estás letras. Deberías sentirte agradecido porque escribo sobre ti, porque no escribo sobre nadie más...
En medio de la noche, las ondas que salen de la radio hablan de amores imposibles. Las voces se entremezclan con el sonido de los fuegos artificiales que estallan en medio del cielo juntándose con las estrellas. Hay amores que sobreviven hasta a un huracán, la pareja más bonita del baile es la que lleva 50 años bailando. Con las mismas ganas, con la misma ilusión del primer día, el vestido mas bonito del armario y las manos preparadas para no soltarse nunca. Los fuegos artificiales está claro que son en vuestro honor, tienen las manos cansadas de vivir pero no de sentirse, de darse besos. Tiene la piel arrugada de albergar tantos sueños, pero mientras bailan nada de eso importa, ni siquiera el dolor de un cáncer pasado.
Déjame arder contigo , deja la habitación oscura y permíteme olerte, besarte, hasta absorber el agua de tu piel. Cubre con tus dedos mi cuerpo, invade mi espacio, la piel arde tus dedos marcan el camino en mi cuerpo. El ritmo de mi corazón es acelerado... Nunca te dije que amaba los díos frios que arrasan con todo, cómo tú, que te sientes fuera de lugar solo necesitas descubrir que tu lugar está dentro de mi, de mi corazón. Tus labios sabían descifrar mis deseos más escondidos. Eras fuego me hiciste sentir tan viva, sentí tu piel como si fuera la mía, te conocí más que a mi misma. Tus dedos descubrieron cada una de mis heridas, tocaste mi pecho justo donde estaba mi corazón y hiciste que ardiera en esa cama. Entraste en los sitios más profundos de mi ser, descubriste mi alma y mi dolor. Descubriste todo de mi, tú más que nadie te regale mi corazón y dejé que mordieras cada rincón de mi cuerpo, haciéndome arder. Ardí contigo esa noche y volamos como el humo que oscurece el cielo. Te sentí tanto, y me dejaste ver más allá de tu alma, en las llamas nos encendimos y hicimos que todo a nuestro alrededor volara. Recuerdo el ultimo bocado que probé de ti donde estallé y volé por los aire, como el fuego y la dinamita que hace que se encienda aún más... Ahora mi corazón es ceniza, y espera que alguien lo toqué para volver a arder.
Me perdí entre las letras de serrat, baile en tu poesía cada noche. Te hablé a través de mis palabras, te escribí más de 5 versos, te dediqué poemas que olían a jazmín, te escuché profundamente, te canté más que una letra. Te susurré te quieros sinceros y palabras bonitas llenas de amor. Te perdiste entre la textura de mi ropa interior, llenaste de amor cada grieta de mi cuerpo. Te hice que olvidarás al olvido y al mundo entero.
Me llené de ti, pude sentirte tan dentro de mi pude sentir a tu alma, a tus miedos. Me llené de cariño, de te quieros sinceros.. Y me llené tanto que ahora el vacío que tengo no he conseguido llenarlo con nadie más. Me hiciste sentir tanto, estando tan dentro de ti en esa cama. Pude sentir a tu corazón, me regalaste tu alma y cada una de tus lágrimas de felicidad. Esa noche hubieron más que confesiones, me hiciste el mejor regalo que pude tener y que he tenido... Me dejaste ver más allá de tu corazón, me dejaste entrar en ti.