Solo quedan restos en mi piel de todo aquello que fui, me recuerdo con mucho amor y con olor a jazmín rodeando el aire que respiraba y abrazaba. Desnudé todo lo que fui en gemidos y poesías que regale a mi profesor, confesor, y compañero de latidos; Mi corazón.
Sólo quedan restos de quien fui aquella noche que le besé la piel deseando encontrar pliegues de poesía detrás de cada beso infinito que me provocaba. Se llevó con él todo lo que fui, y lo que hoy queda no es más que verdad, latido y poesía. Sé llevó con el mis mejores noches, mi mejor frenesí, mis mejores latidos, mis alas, mi florecer, mi amor, mis caricias, mis noches de verbena, mis fuegos artificiales, mi cuerpo entero.