Que apaguen el sol de una vez.
20.4.16
''Párale los pies a ese reloj que nos controla,
que no nos deja ser que apaguen el sol de una vez.
PABLO ALBORÁN ''
Le volví a ver. Volví a ver su reflejo en otra persona. Pude sentir su piel, su risa apagada en mi oído en otra cara, otra frontera muy distinta a la suya y aún así, dentro de mí sentí que era él. Le disparé una flecha, cargada de sentimientos contradictorios, de un ´te quiero ‘a susurros para que el miedo no asaltase su mirada y no se apartó, me observó detenidamente cómo esperando a que yo le disparase otra flecha. Pude ver su desastre a través de sus ojos. Entonces me sentí culpable de haberle disparado esa flecha y haberme marchado, sin despedirme sin darle el motivo del porque me fui.
Vi como sus lágrimas caían delante mio y lo hecho polvo que estaba, el silencio se apodero de ese momento tan roto, momento adecuado para irme, y así fue. Noté como si la flecha me la hubiera disparado a mi misma, noté ese dolor retorciéndome en el pecho y la agonía bajándome por la garganta apenas tenia fuerza para hablar solo lloraba por la triste despedida. Le abracé, sentí a su corazón como palpitaba tan despacio como si se estuviera apagando en cada latido, noté a su cuerpo inerte tan quieto que parecía no tener vida. Pero yo no podía seguir allí viéndole sufrir le engañaba y me engañaba a mi misma aferrándome en cada recuerdo. Pero tampoco me gustaba verle hecho polvo por mi culpa,ya solo me quedaba esa obsesión en mi cabeza, ese recuerdo de nuestros cuerpos bailando juntos un miércoles por la mañana al despertar, ese recuerdo del desayuno encima de la mesa del comedor. El sol entrando por esa ventana iluminando tu cuerpo con sus rayos de luz.
Vi como sus lágrimas caían delante mio y lo hecho polvo que estaba, el silencio se apodero de ese momento tan roto, momento adecuado para irme, y así fue. Noté como si la flecha me la hubiera disparado a mi misma, noté ese dolor retorciéndome en el pecho y la agonía bajándome por la garganta apenas tenia fuerza para hablar solo lloraba por la triste despedida. Le abracé, sentí a su corazón como palpitaba tan despacio como si se estuviera apagando en cada latido, noté a su cuerpo inerte tan quieto que parecía no tener vida. Pero yo no podía seguir allí viéndole sufrir le engañaba y me engañaba a mi misma aferrándome en cada recuerdo. Pero tampoco me gustaba verle hecho polvo por mi culpa,ya solo me quedaba esa obsesión en mi cabeza, ese recuerdo de nuestros cuerpos bailando juntos un miércoles por la mañana al despertar, ese recuerdo del desayuno encima de la mesa del comedor. El sol entrando por esa ventana iluminando tu cuerpo con sus rayos de luz.
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Gracias por vuestras palabras, por seguir conmigo en está gran aventura, me hacéis muy feliz.
Doy gracias porque salga el sol día a día.
¡ Gracias por vuestros comentarios!