No bajes la guardia
15.2.16
Me costaba definir el concepto
del dolor. Era como si, por precisas y cuidadas que fueran las palabras, se
quedasen a millones de kilómetros de distancia de lo que era realmente. Y entre
aproximaciones demasiado vacías o no lo suficientemente llenas, se colaba el
odio. El odio que surgía de la incomprensión o de tantos intentos de buscar
respuestas a preguntas que nadie podía responder. ¿Por qué eras así? ¿Podía no
odiarte? ¿Te odiaba? ¿Te odiaba por el daño que me habías hecho, por el daño
que me hacías?. No, no era por eso. Te odiaba por la indiferencia que mostrabas
ante mi. Porque no te importaba que me sintiera insignificante y totalmente
prescindible. Porque no te dabas cuenta que sentía que nunca jamás había estado
a la altura de tus expectativas y que nunca podría estarlo.
Quizás porque no sabía sonreír, o porque todo me resultaba siempre demasiado difícil. Fuera como fuera, te odiaba por colocarme la última en tu lista de prioridades, por tu frialdad, porque siempre te había importado más el envoltorio que todo lo demás. Te odiaba para intentar esconder que en realidad, a quién más odiaba era a mi misma. Y me odiaba, porque me daba cuenta de que la gente que más me quería había terminado hecha cenizas, casi tanto como yo. Me odiaba porque seguía sintiéndome culpable de todo cuanto pasaba a mi alrededor, por seguir llorando en momentos puntuales, por seguir recordando cuando no era necesario hacerlo, porque había logrado destruir precisamente a las personas equivocadas. Porque no había sido fuerte en ningún momento: ni cuando lo escondía, ni cuando te pedí ayuda y no me miraste, ni cuando de verdad estalló la tormenta. Nunca. Había terminado huyendo. Poniendo tiritas a heridas demasiado profundas. Pensando que quizás algún día dejaría de doler. Me odiaba porque me costaba saber lo que sentía. A veces no me daba cuenta de que quemaba hasta que ardía. Y entonces no era nada. No quedaba ningún rastro. Yo me iba y todo seguía igual.Quizás algún día sepas todas esas cosas, sepas que no soy más que un montón de miedos y ganas enlatados. Sepas que me has hecho más daño del que podrías imaginar. Más daño tú que nadie. Porque de los demás podía esperarlo. De ti jamás me planteé la posibilidad de que no te quedaras a mi lado, de que no quisieras protegerme. Simplemente pensaba que me entenderías y susurrarías un "te quiero" a medias. Pensaba que me elegirías y dejarías a un lado todas las demás opciones. Y siempre hacías justo lo contrario. Me situabas a mi en el último lugar.
Quizás porque no sabía sonreír, o porque todo me resultaba siempre demasiado difícil. Fuera como fuera, te odiaba por colocarme la última en tu lista de prioridades, por tu frialdad, porque siempre te había importado más el envoltorio que todo lo demás. Te odiaba para intentar esconder que en realidad, a quién más odiaba era a mi misma. Y me odiaba, porque me daba cuenta de que la gente que más me quería había terminado hecha cenizas, casi tanto como yo. Me odiaba porque seguía sintiéndome culpable de todo cuanto pasaba a mi alrededor, por seguir llorando en momentos puntuales, por seguir recordando cuando no era necesario hacerlo, porque había logrado destruir precisamente a las personas equivocadas. Porque no había sido fuerte en ningún momento: ni cuando lo escondía, ni cuando te pedí ayuda y no me miraste, ni cuando de verdad estalló la tormenta. Nunca. Había terminado huyendo. Poniendo tiritas a heridas demasiado profundas. Pensando que quizás algún día dejaría de doler. Me odiaba porque me costaba saber lo que sentía. A veces no me daba cuenta de que quemaba hasta que ardía. Y entonces no era nada. No quedaba ningún rastro. Yo me iba y todo seguía igual.Quizás algún día sepas todas esas cosas, sepas que no soy más que un montón de miedos y ganas enlatados. Sepas que me has hecho más daño del que podrías imaginar. Más daño tú que nadie. Porque de los demás podía esperarlo. De ti jamás me planteé la posibilidad de que no te quedaras a mi lado, de que no quisieras protegerme. Simplemente pensaba que me entenderías y susurrarías un "te quiero" a medias. Pensaba que me elegirías y dejarías a un lado todas las demás opciones. Y siempre hacías justo lo contrario. Me situabas a mi en el último lugar.
6 comentarios
Porque es cierta la frase de que no hace daño quien quiere sino quien puede... Por eso, cuando aquella persona que significaba tanto para ti, aquella por lo que harías cualquier cosa te hace daño o traiciona duele más que nunca. Pero hay que aprender a ser fuerte, a resurgir de las cenizas. A ser un fénix
ResponderEliminarHola! Pues claramente es lo que tu has dicho.
EliminarHay una frase mía propia que dice: Y ahora me verás renacer, de las cenizas que un día me hiciste ser.
Hola!
ResponderEliminarMe ha encantado el relato y es que tienes tanta razón.
No esperamos que nos dañen aquellas personas a las cuales les hemos dado nuestra confianza y por eso duele tanto, por eso da más rabia, impotencia, por eso nos hiere mucho más.
Cuesta levantarnos de ese suceso pero hay que pensar que somos más fuertes que todo eso, que merecemos más, que podemos ser felices.
Besos
Hola isabel!
EliminarTodos merecemos ser felices, y envejecer con la persona a la que amas!
Sin palabras con el texto, quiero que sepas que yo hace casi un año me sentí exactamente así igual que tu en mi anterior relación. Y la verdad es que por mucho que nos podamos odiar a nosotras mismas, si esa persona nos hubiera querido en el último lugar no nos había dejado, pero de los errores aprendemos y nos hacemos más fuertes. Porque aunque la vida no es nada perfecta hay que intentar disfrutarla lo máximo posible, porque quedan mucho que vivir y mucho que conocer. Un beso guapa! <3 echaba de menos leerte!
ResponderEliminarHola guapa! Pues sí, hay que ser fuerte y saber que todo son ciclos de la vida, etapas, que algunas duelen más que otras. Al final lo que vale la pena es la persona que se queda a tu lado, y forma una familia contigo. Queda mucho por vivir, pero el tiempo pasa muy deprisa y a veces nos olvidamos de las cosas importantes, de la gente que tenemos a nuestro lado.
EliminarUn beso,
con amor.
Gracias por vuestras palabras, por seguir conmigo en está gran aventura, me hacéis muy feliz.
Doy gracias porque salga el sol día a día.
¡ Gracias por vuestros comentarios!