Perdonar y perdonarse
11.2.16
Hoy me han hecho reflexionar
mucho sobre algo y es que a veces las personas son más humildes de lo que nosotros
creemos. A veces no todo está en nuestro mano, simplemente te dejas llevar y te
das cuenta de las cosas cuando ya han
pasado. Igual que cuando hacemos daño a personas que queremos porque no tenemos
el valor suficiente para decir lo que realmente a pasado y prefieres marcharte
sin dar ninguna explicación solo para no herir a esa persona. Cuando tenemos
miedo, cuando el nudo nos aprieta, cuando no vemos la salida y tampoco
encontramos la entrada para volver a casa.
Ese miedo capaz de dominar tu mundo,
tu cabeza porque una vez tuviste miedo, y no quieres volver hacerle sentir mal
a nadie otra vez. Perdonar y perdonarse, fácil palabra si solo es escribirla
pero a la hora de la verdad quien perdona, quien se perdona a sí mismo. Cosas tan simples, que se hacen difíciles
que le das muchas vueltas a la cabeza, y piensas en que es lo mejor para ti
pero no te pones en el lugar de la otra persona, no piensas como se sentirá
cuando tú decides solo por ti y no por vosotros. Perdonar y perdonarse, una y
otra vez sin avanzar sin saber dónde está el límite de las cosas, donde rebosa
el amor, y donde termina. En que parte de nuestro cuerpo empiezan los buenos
días, y en que parte un mensaje de texto lo puedo arruinar todo. Pensamos que la vida, es lo que nos enseñan
nuestros padres de pequeños, el magnífico si te caes y te haces daño en las
rodillas papá te volverá a levantar y te dirá que no pasa nada, que es solo un
rasguño que las heridas superficiales son las que menos duelen. Pero en
realidad son las que más duelen, la que te deja una marca en tu piel, una cicatriz y ahora de mayor les cuentas a
tus amigos como te hiciste la herida de la mano y cuando. Y ahora tu padre después
de un tiempo solo te dice, que elijas y vivas la vida que te haga feliz, que
los instantes más bonitos son aquellos que se viven sin reservas, como las
mariposas de Vietnam. Se dio cuenta que su niña dejó de ser su niña y que ahora
toma las decisiones por si solas. Me gustaría que mi padre me echará una mano
de vez en cuando, pero como lo va hacer si ni yo misma se cómo empezar, cómo
empezar a aclarar mis dudas, todo lo que me preocupa y es que al final mi padre
tiene razón si me lo da todo masticado,
no voy aprender nunca que tengo que salir yo sola hacía adelante y saber lo que hago, y como dice él; Hagas lo que
hagas siempre con cabeza, por favor. Nuestra vida no está en nuestras manos,
supongo que la vida es como el aire, que cuanto más la disfrutas menos tiempo
te queda para hacerlo todo y tienes que ir deprisa para que no se te pase nada.
Y ahora vuelvo atrás en el tiempo, cuando yo era pequeña y me caí por primera
vez en el parque y me hice daño en las rodillas y tenía a mi padre a lado, protegiéndome
de la vida, del dolor. Y es que en realidad nunca dejaremos de ser niños
pequeños a los que le hacía feliz salir a jugar un sábado del mes de junio al
parque y llenarse de arena. Y tu padre
nunca dejará de protegerte.
2 comentarios
Hola!
ResponderEliminarYo creo que lo más difícil de crecer es tomar decisiones, porque ellas acarrean consecuencias y debemos aprender a vivir con ellas.
Me encanto el relato.
Besos
Tienes toda la razón isabel.
EliminarUn abrazo, fuerte.
Gracias por vuestras palabras, por seguir conmigo en está gran aventura, me hacéis muy feliz.
Doy gracias porque salga el sol día a día.
¡ Gracias por vuestros comentarios!