Lo más duro de perderte

29.8.16


Lo más duro  no es la idea de que no volveremos a vernos. No es la radio del coche que nunca más dará paso a nuestra canción favorita mientras sin rumbo hacemos perfecto cualquier destino al que bautizamos sus calles aún sin nombre. Lo mas duro de perderte no es tu ausencia vacía en mi, ni lo mucho que podría echarte de menos ahora que mi lado de la cama está vacía.  Tampoco los mejores años de mi vida en los que te regalé un baile y hoy me duele sentir que yo fui un baile sin canción para ti. Lo más duro de perderte tampoco es la ausencia de tu mano recorriéndome la espalda, o el polvo que hacía de un día de mierda, una luna contenta.
Lo más duro de perderte no son esos besos que jamás volverán a darme los buenos días ni el olor a café que adornaba el sofá de casa, un domingo de lluvia. No son los planes que nunca hicimos ni las promesas que dejaste colgadas en los imanes de la nevera, tampoco es la taza vacía que hay en mi armario. Lo más duro no es que no estés, lo más duro de perderte no es la hipocresía de tus halagos, ni siquiera eres tú. Porque tú ya no eres el mismo, porque yo ya no soy la misma. No eres esa persona de la que me enamoré completamente de sus raíces más profundas de su ser, y con el que surqué cientos de heridas hasta hacerlas mías para que a ti, te dolieran menos. Lo más duro de perderte no es saber que ya nunca más estarás a mi lado, ni que no me llamarás por mi cumpleaños ni por Navidad. Tampoco lo es la cita de los viernes o aquel restaurante que cerrábamos a las tres. Lo más duro de perderte no es la maleta que me llevo vacía para volver a llenarla, ni las nuevas tiritas con las que tendré que aprender a secarme las lágrimas hasta que dejen de doler. Lo más duro de perderte no es la estúpida ausencia de nuestras conversaciones que dibujaban horas como si fueran segundos. Ni las ganas de descubrirnos lunares ni tampoco la sorpresa insaciable del deseo que sentía mi ombligo por el tuyo. Lo que más duro de perderte no es que actuemos como dos extraños que nunca rozaron sus cuerpos, ni compartieron una vida entre almohadas y sábanas envueltas en proyectos gemelos.  La realidad es que... Lo más duro de perderte es la parte de mí que se fue contigo. Es el haber creído que eras tú, el haberte hecho amigo de mis miserias y príncipe de mis dragones. Lo más duro de perderte es la parta de mi sonrisa que te llevas puesta de regalo, mis mejores bailes, mis mejores curvas y mi mejor frenesí en aquella copa de vino de la que bebía de tus besos con solo mirarte. Lo más duro de perderte es la chica huérfana de los abrazos que te di. La confianza que deposité en tus oídos y corazón y en la valentía de desnudarme cada vez que terminábamos de hacer el amor. Lo más duro de perderte es la herencia hueca que se burla de mi honestidad y se va de copas con la falsedad con la que tiñes tus pasos. Es la forma implícita de un susurro que te llevaste de paseo y no volverá. Lo más duro de perderte es mi pena, que ya ni siquiera es mía, sino tuya. El haberte sentido más de la cuenta y el haberte desaprobado menos de lo que debía, el haberte hecho mío y dejar que entrarás en mi. Lo más duro de perderte es la confianza que deposité en ti y hoy me abandona en mis noches más largas. Confié en ti aún sabiendo que la piel de tus bonitos ojos eran de lobo y no de cordero, porque a veces también los lobos son buena compañía de puestas de sol perennes. Como esas que aún contemplo desde mi playa a pesar de haberte perdido, como esas que aún contemplo a pesar de haber perdido una parte de mi que no volverá.

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Doy gracias porque salga el sol día a día.

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