Dos cuerpos en una cama, el tuyo y el mio. Recordando cada una de las cosas que echaremos de menos el uno del otro. Seguimos tendidos en mi cama, con la luz apagada, abrazados. Yo, llorando como una tonta, tu, diciéndome que deje de llorar. ¿ Como dos personas que se han querido tanto, pueden acabar así? LLegó el momento,  en el que nada era igual. Todo eran gritos, reproches y besos robados en una noche. Besos que ya no sabían igual, ya no habían te quieros de por medio, ni ganas de abrazar. Hubo ganas de gritar más y más fuerte cada vez, de no querer escuchar todas las verdades que habían de por medio aunque dolieran. Se acabó. Se acabaron las noches de pasión entre las sábanas de mi cama, entre besos furtivos y abrazos pasionales, y sobre todo, de palabras bonitas. Se acabaron las noches de charla, y las copas de vino en el balcón.