Me cogiste la mano haciendo que mis miedos desaparecieran, mis piernas temblaban porque tu estabas mirándome enfrente de mi, y yo estaba viéndote brillar por encima del cielo, me cogiste de la cintura suavemente y la empujaste contra tu cuerpo haciendo que nuestros cuerpos bailaran al son de una canción lenta mientras me susurrabas te quieros sinceros en el oído. Esa noche me demostraste porque te elegí a ti y renuncié al resto. Recuerdo por las cosas que brindemos que se quedarán en mi mente para siempre, brindamos por tu magia por la mía, por la grandeza que había dentro de ti en ese cuerpo tan humilde y con el que yo moría de amor cada mañana, brindamos por esas palabras bonitas, brindemos por los amaneceres, por como me mirabas. Las velas del mantel granate hacían que todo estuviera en armonía y calma. Me cogiste de la mano aquellas que una vez abrieron camino, me sentí en calma a tu lado, me cuidaste con un mimo especial, me rozaste muy lento haciendo que nuestros corazones bailaran con nosotros. Recuerdo tus caricias tan sinceras, tan bonitas y honestas, recuerdo como me hacías emocionarme en cada palabra, y aunque ya no eres el que eras siempre me acuerdo de aquella noche, me acuerdo porque te elegí a ti, y renuncié a todo lo demás. Esa noche me hiciste tan tuya, te hice tan mio, piel con piel, corazón con corazón, haciendo que se detuviesen las horas  me hiciste entender que las cosas no son eternas, que todo acaba terminando , que los cuerpos acaban bailando solos. Ahora solo quedan dos sillas y un vino en soledad porque nuestros cuerpos ya no se posaran sobre ellas.