Siempre fuiste tú.

26.8.15


Mira si me quiero poco, o si te quiero tanto, que incluso siendo la persona que más dolor me ha hecho sentir, me agaché a recoger los pedazos rotos de mi propio corazón para ponerlos de vuelta en tus manos. Estaba claro que éramos de ésos que se quieren pero, que por culpa de terceras personas, no pueden ser felices juntos y están destinados al fracaso. Creo que eso fue lo que más me afectó. El momento en el que, realmente, fui capaz de sentir el dolor en el pecho por oír o ver algo que me partió el corazón, y que tú no hicieses nada para remediarlo. Supongo que así es como funciona esto. A veces me río por no llorar; porque mírame, preocupándome por alguien que no se preocupa por mi. Eso no es vida. Ni con 19, ni con 60. Nadie merece vivir así. Sólo espero que, si te preguntan por mi, les digas que fui la única chica que te amaba de verdad, y que la rompiste en pedazos. Qué menos que tener valor para todo en esta vida, ¿no?



¿Sabes? Hace poco tuve un sueño un tanto curioso. Éramos tú y yo, y la oscuridad. Mucha oscuridad. Y tenía miedo de no salir con vida de aquel lugar. Tú ya habías estado allí antes, porque mientras yo temblaba con cada paso que daba, tú te sentías libre, como si supieses, exactamente, dónde tenías que pisar. Empecé a desconfiar de ti porque era imposible que estuvieses tan confiado; era imposible que no tuvieses miedo. Y desapareciste. Así, de golpe. Dejándome sola y asustada. Empecé a ponerme nerviosa y eché a correr. No me preguntes a dónde iba, o a dónde pretendía llegar, porque no lo sé. Supongo que quería esconderme del miedo. Porque, ya sabes, las sombras y la oscuridad son provocadas por el dolor del que intentas escapar, y yo tenía mucho dolor dentro de mi. Era como dar palos de ciego. No podía escapar de mi. Mis miedos iban un paso por delante y ya no me quedaban fuerzas para esquivarlos. Pero, de repente, algo se movió en la penumbra. Podía oír su respiración. Eras tú, tenías que ser tú, habías vuelto a por mi, lo sabía. Avancé hacia aquella respiración y, de pronto, se encendieron las luces. Algo me paralizó el cuerpo, y cuando tuve al ángel de la muerte delante de mi, grité tu nombre y, te reíste. Te reíste mirándome a los ojos. Y lo último que vi, fueron los ojos del demonio mientras me ahogaba en las eternas llamas.Eras tú. Siempre fuiste tú. Tú me arrojaste a las llamas. Tú nos prendiste fuego. Tú me mataste. Y, en la vida real, no dejo de preguntarme si me llorarías cuando, si te despertases por la mañana, recibieses la noticia de que ya no respiro. Me queda la esperanza de que lo harías, pero la realidad es cruel con mis esperanzas. Confiaba en ti, y me mataste. Aún respiro, pero eso es todo. Estoy muerta. Pero, eh, a veces sonrío; así que estoy bien, ¿no? Te juro que odio la forma en la que no te odio, ni de lejos, ni siquiera un poco, nada. Es imposible. Eres mi demonio más temible, pero supongo que el mal me atrae. Creo que siempre vas a ser esa persona a la que nunca podré dejar de querer, aunque me hayas hecho pasar un infierno… Aunque me hayas matado. Y, la verdad, es que estoy un poco harta de que la gente me diga qué, y qué no debería hacer para olvidarte. Es mi corazón roto, no el de los demás. Eres mi demonio, mi miedo, mi oscuridad, mi infierno, pero eres mío y de nadie más. Y, oye, te echo de menos, pero parece que tú lo llevas bien sin mi… Así que… Sólo voy a decirte que espero que no te atrevas a echarme de menos, cuando yo ya haya dejado de hacerlo. 

You Might Also Like

0 comentarios

Gracias por vuestras palabras, por seguir conmigo en está gran aventura, me hacéis muy feliz.
Doy gracias porque salga el sol día a día.

¡ Gracias por vuestros comentarios!

Like us on Facebook

Flickr Images

Pinterest

Subscribe